por Carlos Juliá. La Habana, Cuba, 25 nov. 2016 hora 22.29, Murió Fidel Castro. Muchas personalidades del mundo expresaron su dolor por la desaparición del líder de la Revolución Cubana. Presidentes, Cancilleres, dirigentes políticos, sociales, académicos volcaron sus sentimientos en los medios de comunicación gráficos y fundamentalmente los electrónicos, que cuando Castro y sus barbados compañeros derrotaban a Fulgencio Batista, no existían. Otros tiempos, otros formas adaptadas a las nuevas tecnologías, que nos informan instantáneamente, pero que son también casi de manera inmediata son reemplazadas por otras informaciones. Otros tiempos eran aquellos cuando al principio de mí adolescencia esperaba leer la Nación que llegaba un día más tarde y a veces dos, a mí pueblo de Gral. Villegas, ahí en el ángulo noroeste de la pcia de Bs As, apretado contra La Pampa, Sata Fe y Córdoba, donde para entonces los médanos pampeanos aún se movían. En esos tiempos trataba de entender que era eso de la Revolución Cubana, mucho más difícil cuando la única información provenía de un diario conservador como el de los Mitre. Las conversaciones con mi padre Peronista, las publicaciones que luego fueron apareciendo, escuchar a un viejo intelectual socialista, Español muy leído, comentar los acontecimientos en rueda de mate, y el tiempo, me permitieron comenzar a comprender un poco, como se movía por entonces el mundo. A los diez años había vivido el Golpe de Estado contra Perón, ya tenía conocimiento pleno cuales habían sido los intereses que nos habían privado de los años más felices del Pueblo Argentino, ya había entendido por que se lo derrocaba a quien había sentado las bases de la Grandeza de la Nación. Ahora tenía que aprender que pasaba en nuestra América, para decirlo con una expresión acuñada por otro cubano, José Martí. Luego llegaron los tiempos de la Universidad, pero también de los misiles, de la guerra fría, de conocer a tantos cros argentinos y latinoamericanos que pasaron, estudiaron, se formaron o entrenaron en Cuba, muchos de ellos personajes conocidos de nuestra historia contemporánea. También nosotros pudimos enriquecernos desde una visión próxima, pero con cierto grado crítico, de los seminarios de verano sobre economía, y escuchar por largas horas a Fidel y hasta conversar con ese líder gigante.
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